El escándalo de corrupción en los tories que forzó la dimisión del diputado Owen Paterson ha propiciado una nueva y espectacular caída en picado de la popularidad de Boris Johnson, fiel a su fama de líder bipolar. El 50% de los británicos desaprueban a estas alturas la gestión del premier, frente al 30% que lo aprueban, de acuerdo un sondeo de Opinium para The Observer.
El Partido Laborista de Keir Starmer se ha puesto a un solo punto del Partido Conservador (36% a 37%). El líder de la oposición condenó en la BBC la conducta de Johnson como «corrupta y depreciable», por intentar proteger al diputado que fue uno de sus mayores aliados en la campaña del Brexit.
Los colaboradores de Johnson han minimizado el escándalo como «una tormenta en una taza de té», pero el premier se enfrenta a un auténtico temporal en el debate programado para el lunes en Westminster. El presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, ha prometido que hará todo lo posible «para proteger la integridad del Parlamento».
Johnson respaldó inicialmente a su «protegido» Owen Paterson, aunque se vio obligado a retirar su apoyo ante las revelaciones de que había recibido de compañías privadas -por hacer lobby y a cambio de favores políticos- hasta tres veces su salario de 95.000 euros al año. Hasta el viernes pasado, según The Guardian, Paterson estuvo cobrando 9.300 euros al mes de la compañía Randox, beneficiada con un contrato del Gobierno británico de 560 millones de euros para las pruebas del Covid.
El Partido Laborista ha pedido la dimisión del líder de los tories» en Westminster, Jacob Rees-Mogg, por su papel en el escándalo, así como la apertura de una investigación sobre las contratas concendidas durante la pandemia y los supuestos vínculos con parlamentarios.
«Soy completamente inocente y no he violado las reglas», declaró Owen Paterson, de 65 años, en el momento de dimitir como diputado y despedirse del «mundo cruel de la política». El parlamentario tory se enfrentaba al menos a treinta días de suspensión por haber infringido la normativa de los lobbies al percibir grandes sumas de dinero de compañías privadas.
El escándalo Paterson estalló justo después del regreso de Boris Johnson (en avión privado) de la apertura del Cop26 de Glasgow. Sin apenas tiempo para capitalizar el impulso dado a la cumbre, Johnson se vio de nuevo atrapado en la madeja de los patinazos políticos a manos de sus colaboradores más o menos directos.
La dimisión de Paterson, y el rocambolesco papel del premier cuando salió inicialmente en su defensa, desplazó a la cumbre del clima de las portadas y amenaza incluso con comprometer el impulso final de Johnson a las negociaciones para un acuerdo final en Glasgow.
Dentro del propio Partido Conservador vuelven a resonar las voces críticas contra su líder. El ex premier John Major calificó de «vergonzosa y equivocada» la actitud del Gobierno Johnson ante un escándalo «que amenaza con arruinar también la reputación del Parlamento». Major aprovechó la ocasión para calificar como «ridículas» las reiteradas amenazas de su Gobierno de abandonar el Protocolo de Irlanda justo cuando se está intentando crear un consenso internacional en torno al clima.
CCB