Las autoridades de Estados Unidos se disponen a poner precio a cualquier pista que lleve a la detención del viceministro económico de Venezuela Tareck el Aissami, después de haberle incluido recientemente en la lista de delincuentes más buscados del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos por narcotráfico. Si es capturado y enjuiciado, El Aissami se enfrenta a al menos 30 años de prisión en EE.UU.
Según revelan fuentes gubernamentales norteamericanas consultadas por ABC, EE.UU. planea pagar entre cinco y 10 millones de dólares (entre 4.5 y nueve millones de euros) por cualquier información que facilite la captura de El Aissami, ya que a este gobernante se le acusa de facilitar el envío de miles de kilos de cocaína fuera de Venezuela, gran parte de la cual fue introducida en EE.UU.
Junto a El Aissami encabeza la lista de personas más buscadas de las autoridades migratorias estadounidenses el empresario venezolano Samark José López-Bello, acusado de ser secuaz del político en un entramado internacional de venta de droga. La ley de designación de narcotraficantes extranjeros, aprobada por el Capitolio en 1999 y en vigor desde 2000, permite dictar sanciones y solicitar extradición a quienes introduzcan cargamentos de droga en EE.UU.
En marzo, un juzgado de Nueva York presentó cargos contra El Aissami y Bello por organizar y supervisar una gigantesca red de transporte de cocaína con aviones privados desde Venezuela a América del Norte. El 31 de julio la cuenta oficial en Twitter del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos publicó una foto de El Aissami con el mensaje: «¿Ha visto usted a este fugitivo de los más buscados? Se le busca por narcotráfico».
Aunque es habitual que el FBI, la policía judicial de EE.UU., ofrezca recompensas por pistas que lleven a la captura de quienes están en su lista de delincuentes más buscados, es una práctica menos común entre las agencias migratorias. El año pasado, el Gobierno estadounidense ofreció 20 millones de recompensa por pistas sobre el paradero de un narcotraficante mexicano, Rafael Caro Quintero, del cártel de Sinaloa, apodado «el narco de los narcos».
Extensivo a la familia
Por ley, la orden de captura contra El Aissami de EE.UU. puede afectar también a su familia, ya que las sanciones estipuladas afectan a los «allegados de un traficante de drogas si se han beneficiado de las ganancias de esa actividad en los últimos cinco años». La diplomacia norteamericana ha sido consultada sobre la recompensa para capturar a El Aissami y ha colaborado en este proceso.
Según ha revelado desde el exilio el exministro chavista Rafael Isea, el narcotraficante venezolano Walid Makled sobornaba a El Aissami para emplear instalaciones públicas y militares en el negocio de exportar droga. Recientemente, el exjefe de la inteligencia venezolana, el general Manuel Christopher Figuera, ha ofrecido también a las autoridades estadounidenses información detallada sobre los delitos de El Aissami, según reveló este a ABC.
El Aissami se encuentra en la lista de sanciones de EE.UU. desde 2017, cuando el servicio migratorio comenzó una investigación por su participación en un gran entramado de tráfico de droga con destino en EE.UU., sobre todo empleando vías de intermediarios a través de México, en particular del cártel de los Zetas.
Tanto el general Christopher Figuera como otros informantes del Gobierno estadounidense han relacionado a El Aissami con el ingreso en Venezuela de grupos islamistas como la milicia libanesa Hizbulá, de la que el chavismo se vale para lavar el dinero del narcotráfico. El Aissami es nacido en Venezuela pero sus padres son de origen libanés y sirio. A Hizbulá, tanto EE.UU. como la Unión Europea lo han designado, total o parcialmente, como grupo terrorista, a pesar de que su brazo político es decisivo para el sustento del gobierno libanés.
La oferta para capturar a El Aissami, en un país como Venezuela hundido en una crisis económica sin precedentes en América, ha provocado nerviosismo en el chavismo, como revelan unas recientes declaraciones del propio Nicolás Maduro, quien dijo en un acto público el 13 de agosto: «Saludos al vicepresidente de Economía y perseguido político del Gobierno de Donald Trump, Tareck El Aissami, perseguido político del gobierno racista, antiárabe de Donald Trump