Una reveladora demanda que ubica la fuente de financiamiento de la música urbana y de artistas como Bad Bunny, Tommy Torres, Arcángel y Jowell & Randy, en una fortuna perteneciente a un ex viceministro del desaparecido ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue radicada en San Juan contra el productor y representante de artistas Noah Assad.

La demanda fue presentada por la ex pareja consensual de Noah Assad, Gretchen Marie Hernández Rivera, quien reclama el 50% de un emporio de propiedades, acuerdos de representación artística y dinero en efectivo estimado en más de $1,000 millones.

Hernández Rivera sostiene que ella es acreedora de una parte de los bienes generados y acumulados durante su relación de concubinato con Noah Assad, durante la cual la pareja tuvo dos hijas.

De la demanda se desprende que Rafael Ricardo Jiménez Dan, ex viceministro del gobierno de Hugo Chávez, jugó un papel central en el sorprendente crecimiento económico que experimentó la relación de bienes gananciales integrada por Hernández Rivera y Noah Assad.

La pareja comenzó una relación sentimental en 2011 sin apenas recursos económicos y 11 años después han amasado un emporio de empresas y propiedades, que incluye suntuosas residencias en San Juan y en la República Dominicana, autos Mercedes Benz, acuerdos de representación con artistas que suman $1,000 millones en cinco años y cuentas bancarias con ahorros acumulados en cifras multimillonarias.

Entre las empresas creadas figuran Rimas Entertainment, Rimas Classics, Noah Assad LLC, CT System, Habibi, GMES, Noah Assad Presenta Inc, Skyline, NAB Corp y Brummana. El documento incluye a estas corporaciones como codemandadas.

La demanda fue radicada el pasado 23 de marzo de 2022 por los licenciados Guillermo F. De Guzmán Vendrell y Anibelle Sloan Altieri, en el Tribunal de Primera Instancia de San Juan.

DEMANDA ASSADDescarga

Sin identificar origen de fortuna de Jiménez Dan

No obstante, la demanda no identifica el monto de la fortuna de Jiménez Dan y su origen. Solo indica que Noah Assad conoció al ex funcionario del gobierno de Chávez en 2014, cuando éste acababa de salir de Venezuela y residía en la ciudad de Weston, en el estado de Florida.

Ese año y sin razón alguna que justifique el gesto, Jiménez Dan le prestó dinero a Noah Assad para que pudiera abrir un estudio de grabación.

La demanda también indica que a pesar de que acababan de conocerse, ese año Jiménez Dan aportó $2 millones adicionales para que Hernández Rivera y Noah Assad pudieran incorporar la empresa Rimas Entertainment LLC, eje central de grupo de empresas dedicadas al negocio del entretenimiento y a la representación de artistas que ambos fundaron y que incluyó empresas de bienes de raíces.

Además, Jiménez Dan pagó las deudas personales de Noah Assad y adquirió una residencia en una casa en el exclusivo sector Ocean Park, en San Juan, para que la pareja ubicara allí las oficinas de Rimas Entertainment. Luego esas oficinas fueron trasladadas al edificio de oficinas Piloto 151, ubicado en Santurce y que es la sede de numerosas empresas emergentes.

De hecho, la demanda sostiene que Jiménez Dan es el propietario del 51% de Rimas Entertainment, mientras Noah Assad y Hernández Rivera controlan conjuntamente el restante 49%. Es precisamente de ese 49% que Hernández Rivera reclama el 50%.

La demanda narra una rocambolesca historia de inagotables éxitos económicos que comenzó en 2011, cuando ambos tenían 20 años y se conocieron en el estacionamiento del establecimiento de comida rápida Burger King de la avenida Domenech en San Juan. Según el documento, en aquel año Noah Assad no tenía trabajo y Hernández Rivera era estudiante universitaria y trabajaba en una tienda de Plaza las Américas.

Dúo empresarial impecable

Según la demanda, paulatinamente fueron conformando un dúo empresarial impecable, en el que Noah Assad consultaba sus movidas con Hernández Rivera, quien también opinaba sobre los artistas que se pretendían firmar e intervenía en las estrategias de negocio con opiniones y consejos.

Además de la representación de artistas y la celebración de espectáculos, la pareja se dedicó a comprar estructuras reposeídas por los bancos, repararlas y venderlas rehabilitadas.  

Según explica el documento, la pareja operó sus empresas “siempre bajo el entendido de que todos esos negocios eran de la familia que habían formado, sin excepción”. Además, señala que Hernández Rivera ayudaba y participaba en todos los eventos, conciertos y espectáculos hasta el punto los empleados la llamaban “la Jefa”.

En 2017 Noah Assad conoció a un “bagger” de un supermercado que anhelaba ser cantante y que difundía sus creaciones musicales a través de la plataforma Suncloud.  Ese joven se llama Benito Martínez y se hacía llamar como “Bad Bunny”.

Bad Bunny firma como artista exclusivo

Noah Assad presenció un acto artístico del joven cantante de música urbana en un pueblo de la Isla. Dos días después el demandado le pidió a Hernández Rivera que lo escuchara y luego de consultar con ella, Noah Assad decidió firmar un contrato de representación artística con Bad Bunny”, a través de la empresa Rimas Entertainment.

Así comenzó una relación con Benito Martínez que fue recientemente refrendada a través de Rimas Entertainment, que incluye la representación artística, manejo, distribución y producción de discos y espectáculos por los próximos cinco años y cuyos ingresos han sido estimados de manera conservadora en $500 millones.

Entre otros cantantes de renombre contratados por la empresa figuran Tommy Torres, Corina Smith, Karol G, Eladio Carrión, Arcángel, Mora, Mickey Woodz, Amennazi, Jowell & Randy, Lyanno, Marconi Impara, Rafa Pabón, Súbelo NEO, Urba y Rome, y otros. Los ingresos relacionados con estas contrataciones han sido valorados en $500 millones.

El documento sostiene que Noah Assad diversificó las actividades comerciales abriendo dispensarios de cannabis y restaurantes, “siempre en consulta y con la colaboración de la demandante”. Incluso, la demanda indica que Hernández Rivera ayudaba “en la preparación y apertura de los restaurantes, seleccionando menús, haciendo pruebas de platos y llevando a los chefs a otros países para ver restaurantes cuyos modelos querían seguir”.

Actualmente el plan médico familiar de Hernández Rivera y su auto, un Mercedes Benz GLS 450, es pagado por Rimas Entertainment.

Noah Assad rechaza el matrimonio

Según surge de la demanda, el año pasado la pareja decidió formalizar su relación por medio del matrimonio. Ambos seleccionaron la fecha del 18 de diciembre de 2021 para la celebración de la boda, la cual sería realizada en el hotel St. Regis en Río Grande.

La pareja efectuó un depósito en el hotel de $100,000 para la celebración de la boda y aportaron otros $17,000 al conocido diseñador Harry Robles para que confeccionara el traje de Hernández Rivera. También contrataron a la coordinadora del evento por $7,500.

 Tres meses antes de la boda Noah Assad le pidió a Hernández Rivera que “detuviera todo porque tenía una relación fuera del hogar y se marchó”.

El documento alega que el Tribunal Supremo ha reconocido que una concubina o un concubino posee un interés propietario en aquellos bienes adquiridos durante la relación concubinaria. También alega que entre Hernández Rivera y Noah Assad existe una comunidad de bienes, sobre la cual la demandante tiene un interés propietario del 50%, como resultado de un pacto verbal y voluntario que se dio entre las partes durante la unión marital de hecho que se extendió durante una década.

Hernández Rivera reclama el 50% de la residencia familiar ubicada en la Urbanización Paseo Las Fuentes, en San Juan y una segunda residencia familiar ubicada en Casa de Campo, República Dominicana. Reclama, además, el 50% de cuatro apartamentos ubicados en el complejo de vivienda Point Lagoon en Laguna Gardens, en Carolina y el 50% de otras propiedades inmuebles manejadas por la empresa GMES.

Otro reclamo es el 50% de vehículos de motor, mobiliario, cuentas de banco e inversiones, acciones corporativas y de las ganancias de las corporaciones codemandadas. Los reclamos de Hernández Rivera se extienden al 50% de los ingresos que generen contratos, acuerdos, acomodos, acreencias y otros activos controlados por Noah Assad, cuyo valor ha sido estimado en más de $1,000 millones.

CCB