El líder del Clan Alvarado, una de las principales organizaciones narcotraficantes de Argentina, ha vuelto a prisión, pero en Rosario, el epicentro criminal del país, no hay muchas posibilidades de que esto tenga un impacto real en las operaciones del Clan Alvarado ni en su rivalidad con Los Monos.

El 9 de junio, Esteban Alvarado recibió una condena de 15 años de prisión por narcotráfico. La sentencia se suma a una cadena perpetua a la que fue condenado a comienzos de junio por liderar una organización ilícita responsable de crímenes violentos y lavado de dinero.

Arquitecto del tráfico de narcóticos para el Clan Alvarado en la ciudad portuaria de la provincia de Santa Fe, el diario Clarín detalló cómo Esteban Alvarado fue llevado ante la justicia por cargos de drogas después de que resultara vinculado a un decomiso de casi media tonelada de marihuana en 2017

Alvarado, al parecer, incursionó en múltiples economías criminales desde su juventud. Anteriormente cumplió una pena de seis años y seis meses por robo de autos en la que los investigadores lo vincularon con varios homicidios. Sin embargo, Según Clarín, el narcotráfico ha sido su actividad principal desde comienzos de los años 2010, y ha gozado de la protección de la cúpula de la policía en Rosario.

Los Alvarado han tenido roces frecuentes con Los Monos, de lejos la mayor amenaza criminal de Argentina, también en la ciudad de Rosario.

Aunque Los Monos son los mayores traficantes de Rosario, no son los únicos que operan allí. Con tácticas similares de corrupción de la policía y uso indiscriminado de la violencia, el Clan Alvarado se presenta como un fuerte competidor por el control de las ventas de drogas en Rosario y las rutas de narcotráfico que llegan a Argentina desde Paraguay y Bolivia.

Encabezado por la familia Cantero, el clan de Los Monos ha sido por décadas la principal organización narcotraficante en Rosario. Aunque las raíces del clan están más afianzadas en la zona sur de la ciudad, su influencia se extiende por todo Rosario y mantiene contactos en las fronteras con Paraguay y Bolivia, desde donde recibe cargamentos de drogas.

Sin embargo, el mismo Alvarado ha logrado posicionarse como un contendor importante en el hampa rosarina, pues lleva años dirigiendo sus operaciones desde la misma prisión que los líderes de los Cantero.

La corrupción ha sido clave para el éxito de ambas organizaciones, como lo evidenció el hecho de que tanto el Clan Alvarado como Los Monos lograran mantener sus operaciones de tráfico y los asesinatos selectivos a pesar de que sus respectivos jefes estuvieran en prisión.

El juicio de Alvarado reveló años de protección policial para su organización que parecen haberse iniciado con el exjefe de policía de Rosario, Néstor Arismendi. Según una nota del medio local Aire de Santa Fe, Arismendi y Alvarado idearon un sistema mediante el cual el grupo criminal podía traficar en los sectores oeste y noroeste de la ciudad, mientras la policía ignoraba sus actividades criminales.

A cambio de ello, Esteban Alvarado y su exsocio, Luis Medina, supuestamente minimizarían la violencia y el robo de autos en sus zonas de control.

Esto va en línea con los testimonios de los testigos, quienes relataron que Alvarado siempre prefería el anonimato y mantenerse a la sombra de Los Monos, quienes atraen más la atención.

Un testigo en el juicio relató cómo Alvarado pagaba a agentes de policía para que le avisaran sobre operativos policiales inminentes y para encubrir los asesinatos que ordenaba. Según el testigo, «la policía le cobraba más dinero dependiendo de la brutalidad con la que se cometiera el asesinato», escribió Clarín.

El pacto entre Alvarado, Medina y Arismendi se tensó por una investigación contra este último por enriquecimiento ilícito y una desavenencia entre Medina y Alvarado en 2013.

El pacto se rompió definitivamente cuando Medina y su socio fueron asesinados en 2013. En un inicio se pensó que el crimen había sido perpetrado por Los Monos, pero en el juicio, los fiscales alegaron que fue Esteban Alvarado quien ordenó el asesinato, al sentirse traicionado por Medina.